«Se puede escribir viendo la pared, o sea, donde solemos tener los libros, nuestras lecturas, como Borges; viéndonos el ombligo, es decir, el centro del mismo autor, nuestra experiencia vital, como Arguedas; o viendo dónde uno está parado, la realidad concreta, el entorno de uno. Un cuento sale perfecto cuando estas tres miradas se conjugan armónicamente.»